¿Qué hago con mi cuerpo?

Por Graciela Muñiz 1.7.2008


''Como él la quiere objeto, ella se hace objeto'' es una de las frases paradigmáticas de Simone de Beauvoir. En nuestro caso, ''él'' representa el todopoderoso que determina a través de los medios el concepto de belleza, estereotipado a través de una figura con determinadas medidas, altura, color, etc, que termina masificando la diversidad y tiende a que las mujeres gasten y recurran a la cirugía para convertirse en ''barbies'', en muñecas impuestas por los medios de comunicación y por ende por el imaginario social.
Hace unos días vi un informe por televisión titulado ''Casi nenas'' que daba cuenta de la cantidad de adolescentes que quieren someterse a cambios en su físico, aún estando su cuerpo en pleno proceso de desarrollo , al igual que su psiquis. El médico entrevistado comentaba que las edades oscilan entre los catorce y diecisiete años y consultan por estrías, celulitis o pretenden colocarse prótesis mamarias, engrosar sus labios o solicitar una nueva nariz, cuando hace algunos años la consulta era por acné. En la mayoría de los casos son las madres quienes acompañan y convalidan esta situación convirtiéndose en cómplices de la presión social que se ejerce sobre estas jóvenes.
Casualmente en las pautas publicitarias del mismo programa se promocionaba una bebida energizante mediante la exposición de mujeres haciendo gimnasia y luciendo esbeltos cuerpos.
Claro que estas obsesiones han sido minuciosamente prefabricadas. No en vano llevamos siglos de proceso de cosificación, sedimentando una cultura de utopías imposibles y frustración consecutiva, de esta manera las demandas de perfección terminan ocultando trastornos de alimentación que sufren miles de adolescentes. Argentina tiene las tasas mas altas del continente en bulimia y anorexia por el deseo de encajar con el modelo estético preestablecido.
Las mujeres con discapacidad no se libran tampoco de la influencia que ejercen esos mensajes publicitarios a la hora de configurar sus cuerpos. La discapacidad es vista como una ''falta'' , por lo tanto el ideal imperante queda lejos de su alcance. Estos mensajes se internalizan y la imagen que las mujeres tienen de si mismas termina destruyendo sus potencialidades y autoestima.
Nos compete a todos redefinir el concepto de belleza a partir de cada individualidad, contribuyendo a crear nuevos parámetros de inclusión en una temática tan compleja como la discapacidad. Para lograrlo debemos superar el ideal estético determinado por la cultura y preguntarnos, ¿es posible que un cuerpo que presenta una discapacidad nos muestre nuevas formas de sensualidad, erotismo y admiración estética?
Esta inquietud trae a mi mente la imagen de una pareja de baile que nos deslumbró con su coreografía y movimientos extraordinarios y sutiles desde una silla de ruedas.
Estrategias para el cambio existen, pero soy algo escéptica en cuanto a los tiempos para lograr la equidad. Permítanme recordar que en la entrega de los premios Jorge Newbery a los mejores deportistas del 2007 pude observar como ''figuras decorativas'' dos chicas paradas en el escenario para acompañar a los deportistas a recibir su premio y otras dos que los escoltaban desde la mesa hasta el escenario.
¿No es éste un claro ejemplo de que el valor social de la mujer sigue siendo la capacidad de ser un objeto erótico atractivo?
*Defensora Adjunta de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires.
Fuente Artemisa Noticias
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